top of page
Buscar

Cuando no entendés lo que sentís: una mirada compasiva sobre la ansiedad, el cansancio emocional y las historias que aún duelen

Hay momentos en los que todo se vuelve más difícil.

Momentos en los que no hay una “gran crisis”, pero sí una incomodidad persistente: ansiedad que aparece sin motivo, cansancio que no se va con descanso, pensamientos que se vuelven confusos…

Y entonces surge una pregunta silenciosa:

¿Qué me pasa, si en teoría estoy bien?


En esos días, quizás te descubrís en piloto automático. Cumpliendo con lo que tenés que hacer, pero sintiéndote lejos de vos.

Como si algo adentro se hubiera apagado, o como si estuvieras sosteniendo un peso invisible que los demás no ven.


No es flojera. No es exageración.

Es tu historia hablando.


Muchas veces, lo que hoy se vive como ansiedad, desconexión o insatisfacción crónica, tiene raíces mucho más profundas que una agenda recargada o una mala semana.


Nuestro cuerpo —y especialmente nuestro sistema nervioso— guarda huellas de lo que vivimos.

De lo que no pudimos nombrar, procesar o comprender en su momento.

Y cuando esas historias internas siguen activas, pueden manifestarse de formas sutiles o confusas:


  • Cansancio sin explicación

  • Dificultad para concentrarte o pensar claro

  • Sensación de no estar del todo presente

  • Reacciones emocionales desproporcionadas

  • Desconexión o vacío que no entendés


Tal vez te digas cosas como:


> “Estoy haciendo cosas, pero no me reconozco.”

> “Me exijo y rindo, pero no disfruto.”

> “No tengo motivos para estar así, pero estoy mal.”


Y eso tiene sentido.


Lo que no se nombra, a veces se somatiza.

Lo que no se procesa, se repite.


Cuando no hubo espacio para sentir o ser acompañada en ciertos momentos de tu vida, tu sistema aprendió a adaptarse. A sobrevivir como pudo.


Quizás creciste en un entorno exigente, con poco lugar para la emoción.

O tuviste que hacerte fuerte antes de tiempo.

O viviste relaciones en las que para ser querida, tenías que dejarte a un lado.


Todo eso deja una marca.

Y cuando el presente no permite elaborar ese pasado, es el cuerpo quien intenta recordarlo.


Validar, comprender, acompañar


No estás exagerando.

No estás roto.

No sos débil.


Estás atravesando lo que muchas veces nadie enseñó a nombrar: la carga de una historia no acompañada.


En este espacio de trabajo, propongo una forma de acompañar que va más allá de entender lo que te pasa desde la lógica. A través de un modelo como EMDR, podemos explorar cómo procesar esas experiencias que siguen vivas adentro, aunque hayan pasado años.


No se trata de “hacer que se te pase”,

sino de ayudarte a que lo que sentís tenga sentido.

Y desde ahí, abrir espacio para nuevas formas de vivirte:

más libres, más propias, más en calma.


A veces el malestar no tiene palabras, pero tiene historia.

Y acompañar eso también es sanar.


Gracias por leer,

Constanza.


👉 Si querés conocer más sobre cómo trabajo con trauma, apego y memoria emocional desde el modelo EMDR, podés visitar mi web:

 
 
 

Entradas recientes

Ver todo

Comentarios


bottom of page