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Apego, trauma y sanación: un recorrido posible con EMDR


Muchas veces, al comenzar un proceso terapéutico, lo que duele no tiene nombre claro. Es un malestar difuso, una sensación de vacío, relaciones que se repiten, miedos que no sabemos de dónde vienen, o una autoexigencia que pesa demasiado. Todo esto suele tener raíces profundas, muchas veces ancladas en nuestra historia de apego y en experiencias que no pudieron ser procesadas adecuadamente.


¿Qué es el apego y por qué es tan importante?

El apego es el vínculo emocional que establecemos con nuestros cuidadores en los primeros años de vida. A través de esos lazos, aprendemos si el mundo es un lugar seguro o no, si nuestras emociones son bienvenidas o incómodas, y si podemos confiar en otros cuando algo nos duele.

Cuando ese vínculo se da en un entorno amoroso, disponible y coherente, se construye una base segura desde la cual podemos explorar el mundo y también pedir ayuda cuando lo necesitamos. Pero cuando los vínculos de apego son inseguros, impredecibles o dolorosos, aprendemos a sobrevivir adaptándonos… aunque eso muchas veces implique desconectarnos de nosotros mismos.


¿Qué tiene que ver esto con el trauma?

El trauma no siempre se trata de grandes eventos, sino también —y sobre todo— de pequeñas heridas acumuladas. El “trauma con t” suele nacer en esos momentos en que nos sentimos solos emocionalmente, no vistos, no validados o incluso avergonzados. Son situaciones que, aunque cotidianas, quedan registradas en nuestra memoria de forma desadaptativa.

Cuando esas experiencias no se procesan de forma saludable, quedan “atascadas” en nuestro sistema nervioso. Es como si, sin quererlo, estuviéramos reviviendo en el presente algo del pasado: miedo, desconfianza, ansiedad, sensación de vacío o de no valer.


¿Cómo trabaja EMDR con todo esto?

La terapia EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento por los Movimientos Oculares) es un modelo psicoterapéutico especializado en el abordaje del trauma. Su enfoque se basa en el trabajo con el sistema de procesamiento de información del cerebro, ayudando a liberar aquellas experiencias que quedaron “atascadas” y que siguen afectando hoy.

A través de un abordaje seguro, cuidadoso y respetuoso del ritmo de cada persona, EMDR permite conectar con aquellas memorias que aún duelen, reprocesarlas y darles un nuevo significado. Es un trabajo profundo, pero también esperanzador, porque busca no solo aliviar el síntoma, sino sanar desde la raíz.


Un espacio para volver a confiar

Sanar no significa olvidar lo que vivimos, sino aprender a relacionarnos de un modo distinto con esas experiencias. Y para eso, necesitamos un espacio seguro, un vínculo terapéutico que se construya desde la confianza, la calidez y el respeto.

Si sentís que hay algo de todo esto que te resuena, quizás sea el momento de comenzar tu propio recorrido.

🌿 Estoy aquí para acompañarte.



 
 
 

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